Los besos que perdí.
Cuando se despertó, no recordaba nada de la noche anterior,
“demasiadas cervezas”, dijo, al ver mi cabeza, al lado de la suya, en la almohada…
y la besó otra vez, pero ya no era ayer, sino mañana.
y se fue sin decir: “llámame un día”.
Desde el balcón, la vio perderse, en el trajín de la Gran Vía.
Y la vida siguió, como siguen las cosas que no tienen mucho sentido.
Una vez me contó, un amigo común, que la vio donde habita el olvido.
Marta, que a veces encuentra enormes cosas, sin darse cuenta.